domingo, 25 de mayo de 2008

Málaga - Ciudad del Paraíso


Desde tiempos inmemorables, Málaga siempre fue reconocida por cuantos la visitaron, y siempre fue con un reconocimiento positivo y de agradecimiento, enalteciendo sus virtudes, a sus gentes y el maravilloso entorno natural y climático que le destaca. Una de las muchas pruebas de esos halagos por parte de personajes ilustres se refleja en este poema de Vicente Aleixandre Merlo.


Málaga – Ciudad del Paraíso

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.

Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.

Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
merecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.

Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores de brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.

Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.

Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.

Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.

Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.

Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

Peñón del Cuervo

Nuestro querido Peñón del Cuervo sigue impasible ante el paso del tiempo. Ahí, en la playa de su mismo nombre, junto a La Araña y frente a la Fábrica del Cemento, es visitado por los vecinos de Málaga y por todos los que de fuera nos visitan y como no, alguno lo hace de una forma un tanto peculiar y por cierto interesantísima, viendo desde una posición privilegiada la perspectiva que se crea a esa altura, con un ala delta, pudiendo tener una visión total de la línea de playa, el Peñón y desde esa misma situación toda la bahía de Málaga.

Envidia sana es lo que me da al contemplar esta imagen, quien pudiera estar en esas alturas para disfrutar de tan estupenda vista. Cuando pasó por encima de mi cabeza el ala delta también me regaló la posibilidad de tomarle algunas imágenes que realmente son interesantes, quizás no con la calidad que hubiese deseado, sobre todo debido a la luz del momento, pero bueno, algo es algo. Aquí dejo una de esas tomas, sólo por curiosidad.