jueves, 25 de septiembre de 2008

Intimidad

Ni tan siquiera en un recóndito, tranquilo y encantador pueblo de la Serranía de Ronda, se puede decir aquello de ¡aquí no me ve ni Dios!... el pobre gato, en su tranquilo pasear por esos antiguos y aun conservados tejados, encontró un lugar donde sin ser molestado y ¿libre de la vista de extraños?, pues se dispuso a aliviarse plácidamente, pero mire usted la casualidad, ¡como que no iba a aparecer el gracioso de turno!, y encima con una cámara en la mano. El asunto es que ya ni en estos agradables y tranquilos pueblos puede estar uno a salvo del ojo fisgón del primero que pasa por allí cerca.
Escena sobre el tejado de la casa de mis amigos Juan y Antonia, en el bonito pueblo de Alpandeire.