domingo, 8 de marzo de 2009

Torre de las Palomas

Las transformaciones que a lo largo de estos años viene sufriendo nuestro entorno es cada vez mayor, casi siempre hay que entender que son para mejor, considerando que esas transformaciones se deben a la reordenación del medio urbano, la adaptación de las vías y los servicios de la mejor manera posible y allí donde se puede, acondicionar los caminos y paseos de forma que se integren en el medio natural y causen el menor impacto perjudicial.

Todo esto es cierto y hay que creer que es así como nuestros políticos lo entienden y quieren llevarlo a cabo. Ahora bien, no siempre esto se consigue ni es tan fácil de desarrollar, como entrar en este terreno es algo un tanto farragoso, complicado y además no siempre acertado, dejemos que cada cual saque sus conclusiones en función de lo que ve.

Un ejemplo claro de esos cambios y de toda esa maraña de modificaciones, intentos de adatar las cosas, etc. la tenemos en el pasillo costero que se ha creado desde El Candado hasta Rincón de la Victoria, que por cierto es una buena cosa y que lo utilizan a diario muchísima gente para pasear, hacer deporte y recrearse. Y aquí está una de esas controversias que de vez en cuando nos hace pensar en ¿está esto bien?, ¿habría que cambiar algo?, no es nada fácil el asunto. Se trata de una muy conocida torre vigía recuerdo de nuestra “época Mora” La Torre de Las Palomas, en La Araña. Justito enfrente se ubica la conocida en Málaga como, “La Fábrica del Cemento”, mucho después de ver como la zona está siempre llena de polvo, como el paisaje resulta anti estético y unos cuantos adjetivos, opiniones y algunas cosas más, se preguntan y por qué no se hace algo, por qué no se llevan la fábrica a la Conchinchina.

Duro y complicado dilema, esa fábrica está allí desde que allá por 1918 se empezó a extraer mineral y a fabricar cemento y dio trabajo y riqueza, en aquellas fechas el asunto del medio ambiente pues como que no estaba en la mente ni de los políticos ni de los ciudadanos, y de las estéticas paisajísticas ni hablemos. El asunto es que ahí está nuestra querida Torre de las Palomas compartiendo espacio con su “intrusa vecina” y ni el tiempo ni la “vecindad” le han podido arrebatar su encanto y su perspectiva hacia la bahía. Todo está en buscarle su lado bueno, fotografiar su mejor cara y así quizás la veamos con otros ojos.