Hablar de Málaga para mí, como malagueño, no sólo es sentir esa emoción que puede embargar el corazón de cualquiera por su tierra. Sino que además me lleva al análisis de entender la peculiar forma de vida no sólo de sus gentes, también de aquellos que nos visitan y que con una inusitada rapidez se amoldan y se sienten como propios.
En una de esas noches en las que mi querido compadre y yo nos pegamos un “garbeo”, intentamos relajar cuerpo y mente disfrutando de alguna que otra conversación un tanto simplona pero que nos lleva a recuerdos del pasado y a reírnos a carcajadas hasta con las moscas que pasan por nuestro alrededor, aprovechamos para pasear, comer algo y hacer alguna foto nocturna en uno de esos muchos rincones que el interesante y bien conocido municipio de Marbella tiene, me refiero al Puerto Deportivo de Cabo Pino. Un lugar pequeñito, recóndito, acogedor y que invita a la relajación más pura.
Es por estos lugares, estos rincones que abundan en nuestra Málaga por los que como digo al abrir este artículo, cuando hablo de Málaga, un suave pero al tiempo intenso escalofrío recorre mi cuerpo, me transporta a esos lugares que en tantas ocasiones tuve la oportunidad de visitar y disfrutar; ojala la vida me siga dando la oportunidad de seguir disfrutándolos, al menos durante algunos años más en compañía de aquellos a los que quiero.
1 comentario:
Nuestra tierra está llena de rincones maravillosos para disfrutar y vivir plenamente, somo afortunados
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